Alfajores - Sobrina de las Trejas

Alfajores de Medina Sidonia

En el corazón de Medina Sidonia, donde el sol besa la sierra y la historia se respira en cada calle empedrada, se alza la legendaria confitería Sobrina de las Trejas. Fundada en 1852 por las intrépidas hermanas Trejo, esta empresa familiar ha dedicado más de un siglo y medio a la elaboración del auténtico Alfajor de Medina Sidonia, un dulce que ostenta con orgullo su Denominación de Origen Protegida (DOP) y que, para quienes lo han probado, es sinónimo de tradición y excelencia.

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Un legado que desafía el tiempo

No es de extrañar que, en pleno siglo XXI, el alfajor siga siendo el rey indiscutible de la repostería andaluza. La receta – transmitida de generación en generación – se mantiene casi inalterada desde los días en que las Trejo, con manos laboriosas y un saber casi místico, crearon la fórmula que hoy encanta a paladares de toda España y más allá. Se cuenta (y no me malinterpreten, no es mera leyenda) que en las antiguas tardes de invierno, el dulce aroma que emanaba del obrador de Sobrina de las Trejas era capaz de reunir a vecinos y viajeros en la plaza, ansiosos por saborear esa "barrita energética" que parecía haber sido forjada en el mismísimo desierto de los árabes.

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La elaboración: un ritual casi sagrado

El proceso de fabricación es una sinfonía de tradición y meticulosidad. La receta exige ingredientes genuinos: miel pura de abeja, almendras y avellanas tostadas, harina, pan rallado y un toque preciso de especias – desde el clavo hasta la canela – que confieren al alfajor su inconfundible aroma y sabor. En el obrador, ubicado en la emblemática Plaza de España de Medina Sidonia, cada paso se ejecuta con una dedicación que raya en lo ritual: la miel se calienta a fuego lento, se mezclan los frutos secos en proporciones exactas y la masa, que ha heredado técnicas de la antigüedad, se trabaja a mano con una pasión que sólo se encuentra en las cocinas que respetan el legado de sus antepasados.

Recuerdo una anécdota que me contó un viejo pastelero de la casa, Fermín Mesa, quien afirmaba con una sonrisa pícara que “si uno se distrae en el obrador, se le enfría la miel y el alfajor pierde su espíritu”. Así, cada jornada es una carrera contra el tiempo, una danza entre la tradición y la modernidad, en la que cada kilogramo de masa debe alcanzar la perfección antes de transformarse en esos pequeños cilindros de historia que se envuelven cuidadosamente en papel decorativo.

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La DOP: sello de autenticidad y orgullo

La Denominación de Origen Protegida del Alfajor de Medina Sidonia no es solo un distintivo, es un compromiso inquebrantable con la calidad y la autenticidad. En 2004, el Consejo Regulador, al que pertenece la Agrupación de Productores de este dulce, selló el reconocimiento oficial que garantiza que cada alfajor se fabrica únicamente en Medina Sidonia, siguiendo una tradición que ha resistido el paso de los siglos. Este certificado no solo protege la receta, sino que asegura que el dulce cumple con rigurosos estándares de calidad, desde la selección de la materia prima hasta la técnica de elaboración, algo que se refleja en el inigualable sabor y textura que caracteriza a cada bocado.

Datos que hablan por sí mismos

La magnitud de la producción de Sobrina de las Trejas es tan impresionante como su historia. Durante la campaña navideña –época en la que la demanda alcanza niveles épicos– se elaboran alrededor de 90 kilos de alfajores al día, sumando unas tres toneladas y media anuales. No es de extrañar que, en pleno auge de las fiestas, el dulce viaje de cada alfajor se transforme en un itinerario que abarca no solo toda la provincia de Cádiz, sino también destinos tan lejanos como Estados Unidos, donde se han despachado pedidos de hasta 3.000 kilos en una sola ocasión.

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Entre los relatos que se tejen en torno a este dulce, destaco uno que me llegó de boca en boca en una antigua feria gastronómica en Cádiz. Una señora, con la voz temblorosa y los ojos brillantes, recordó cómo su abuelo la llevaba al obrador de Sobrina de las Trejas en épocas de escasez, y cómo un solo alfajor le bastaba para reconfortar el alma en los días más duros. “Cada mordisco era como un abrazo que te recordaba que, a pesar de las penurias, la vida tenía un dulce sabor”, decía con melancolía y orgullo. Esa imagen perdura como un testimonio del poder de este manjar para unir generaciones y trascender épocas.

Un futuro que mira al pasado

Hoy, Sobrina de las Trejas no solo celebra su pasado, sino que mira con optimismo hacia el futuro. La empresa sigue siendo un ejemplo de cómo la tradición puede prosperar en un mundo cambiante, adaptándose a nuevas tecnologías sin renunciar a sus raíces. La modernización de algunos procesos, sin comprometer la calidad artesanal, ha permitido que esta joya repostería siga siendo competitiva y apreciada tanto a nivel nacional como internacional.

En definitiva, el alfajor de Medina Sidonia de Sobrina de las Trejas es mucho más que un dulce navideño; es un testimonio vivo de la historia, un símbolo de la identidad andaluza y un deleite para quienes saben apreciar los matices del tiempo y la pasión en cada ingrediente. Con cada caja que sale del obrador, se envuelve en papel y se despacha a lo largo y ancho del mundo, viaja la esencia de una tierra, la voz de un legado y el sabor inconfundible de una tradición que se niega a ser olvidada.